LA ABUELA MATILDE

LA ABUELA MATILDE

La diabetes se devora en añicos a mi abuela MATILDE, ella dice entre bromas que su enfermedad “cabrona” prefiere comerse primero los dedos de los pies y le deja los de las manos para todavía poder desgranar la mazorca.

Pero ella bien sabe que su enfermedad no tiene cura, y de esto aun “Miguelito” no se entera, quien aprovecha cada oportunidad para preguntarle a la abuela; cuando va a volver a caminar como antes, por qué ella no corre como él, por qué no trepa a los árboles a cortar ciruelos, por qué ya no va a como antes al mercado en ese ruidoso y grande urbano viejo, por qué ahora se la pasa sentada en la hamaca con su vara de nailo espantando perros y moscas curiosas que quieren probar de sus dulces de calabaza y almendras, por qué ni siquiera sabe distinguir.

La abuela MATILDE le responde a todo esto explicándole un poco sobre su enfermedad;

< Diabetes, es la diabetes la que me tiene aquí sentada todo el día y no puedo seguirte y jalarte las orejas por travieso…>

¿La… di – dea – be – tis…?

La abuela sonríe con los escasos dientes que aun le quedan y lo abraza.

< Es diabetes mijo, se dice diabetes, lo que pasa es que soy dulce por dentro, azucarada como la escarcha y tortitas de coco y carmín que tanto te gustan, pero es sólo que el coco me pica los dientes y el carmín se come mis dedos…>

Últimamente lo he visto un poco distanciado de la abuela, algo sospecho de “Miguelito” ayer lo vi juntando un puñito de sal en la vieja cocina de lodo y tejas, entre su caminar lento y con el dedo índice en su nariz me pide que no diga nada, que no haga ruido, le pregunto que pasa, él me dice muy despacio que ese puñito de sal lo va a meter en la jícara de agua de la abuela MATILDE.

Un cuento lleno de ternura,"Touchée". He regresado a la infancia, a la casa del pueblo, a mi abuelita Paula, una mujer, qué digo una mujer, un "corazón”. Me contaba cuentos e historias viejas, siempre en su silla de ruedas; estuvo invalida desde sus cuarenta años hasta los ochenta y cuatro que la vida le dio el permiso pa caminar por otros mundos.

Miguelito, que lindo¡¡ Una historia de AMOR de la que recupero la inocencia del niño y esa mezcla de resignación y positividad ante la vida de Matilde.

Gracias, Dalton. Magnífico cuento.

Paula (la nieta)