AVENIDA DE ITALIA

Rebeca de Canela Dom Oct 26, 2008 4:55 pm

Roma, 20 de mayo de 2004

Cara Rosa:

Hace tiempo que quería escribirte. Te debo una explicación; era yo quien tenía tus señas y no al
contrario.

Se va a cumplir un año desde el momento en que nos despedimos junto a la puerta de tu
casa aquella noche del mes de junio. Como no tenía papel y lápiz confié en mi memoria para
retener tu dirección. Dos claves: vivías en una calle ancha con un nombre que me recordaba a mi
país; tu número se constituía por las dos cifras que señalaban mi edad en aquel momento. Tu
nombre, tu cara, jamás podría olvidarlos…

¿Qué ocurrió entonces?

Plenamente convencido, escribí al menos veinte cartas dirigidas a la Avenida de Italia nº
28. Me iban llegando devueltas poco a poco con el rótulo DIRECCIÓN DESCONOCIDA.
Yo no sabía qué hacer. No podía localizarte más que de aquella manera. ¿Por qué te llega
entonces mi carta ahora?, te preguntarás.

Alfredo, el que fue mi compañero de viaje a España, ha vuelto recientemente a tu país. Le
encomendé la búsqueda de tus señas. De regreso me entregó una fotografía en la que figuraba, en
primer plano, una piedra grabada con las palabras Avenida de Italia. Bordeaban la piedra
cubierta de musgo dos filas de árboles más altos que los edificios más próximos y los bancos que
había solamente servían para sentarse. La Avenida de Italia era el paseo de un parque donde sólo
habitaban pájaros y pavos reales.

Enseguida me acordé: vivías en la Calle de Roma.

Como tengo un poco de dinero, iré a verte el próximo junio.

Ti ama:

Marco